Mario Bunge se Declaró Enemigo de los Exámenes
En esta semana, por razones operativas, se tuvo que adelantar la «semana» de exámenes presenciales y percibí el nerviosismo, frustración, angustia de estudiantes universitarios que se ven enfrentados a una semana de ruleta rusa que estamos intentado cambiar, reducir, en la UTPL, en particular en la Escuela de Ciencias de la Computación a través de un sistema de acreditación basado en competencias en el que se sume sinérgicamente conocimientos, habilidades y actitudes necesarias para soñar, para desarrollar adecuadamente acciones o procesos intelectuales propios del desempeño personal y profesional.
En este sentido, examinando mi propio comportamiento como docente, me «hago acuerdo» que la labor del profesor es de un investigador estudioso que es capaz de levantar pasión por el trabajo académico universitario con su ejemplo y motivación. La universidad en general no puede reducir la acreditación de sus profesionales a través de un o unos exámenes sino por el contrario, al esfuerzo apasionado diario que se debe desarrollar en los centros de investigación, las aulas y el campus en general. El caso de UTPL, puede resultar interesante en su afán de hacer de los estudiantes Profesionales en Formación: que trabajen y no que hagan «prácticas», que aprendan a aprender durante toda la vía y no sólamente para los exámenes. La pasión que se logre transmitir en las aulas se reflejará en la autonomía personal y profesional.
Es urgente que todos los universitarios estemos motivados y orientados; que venzamos el pensamiento de mínimos en el que se estudia lo justo y necesario para aprobar el “examen presencial”, de mala gana, posiblemente diciendo “viejo podrido” al profe. Yo mismo veo a algunos de mis colegas docentes y otros que he conocido en congresos, que acuden a las aulas con desgana y en sus tarjetas de presentación escondiendo su rol de docente. En cualquier pueblo, antes, el profesor era una de las personas más respetadas, junto con el médico, el cura y el dueño del almacén de la esquina, ahora a los colegas les da verguenza decir que son maestros, cuando en mucho ellos mismo han sido responsables de su mala fama, de su aislamiento.
Finalmente, comento que en el marco de la 15 reunión anual de OUI, se hizo la entrega del Premio Interamérica al Profesor Mario Bunge (a quien empecé a leer hace unos años y tuve el honor de conocer en persona a finales del 2005 en Quito en un congreso de sistémica) -que por prescripción médica no pudo viajar a Loja, pero envió a su hijo Carlos Bunge, un hombre muy sencillo que vive en méxico y trabaja como científico entre la química y la física-
Recordé a Mario Bunge en una entrevista que le hicieron en relación a las universidades y los exámenes, varias de sus ideas fundamentan los cambios que estamos incluyendo en nuestra Escuela de Ciencias de la Computación.
Con Carlos Bunge, hijo de Mario Bunge, quien recibió el premio interamérica. Para mi sorpresa, Carlos Bunge vino junto a su hijo, un niño, conduciendo un aruto rentado -por el problema aéreo de Iberia- más de 650 Km en auto, desde Quito a Loja, sin mayor ayuda que un mapa. Un honor conocerlo
Las universidades latinoamericanas son fábricas de diplomas
El filósofo argentino considera que el objetivo de la educación no es evaluar la capacidad de memorizar para rendir exámenes, sino aprender resolviendo problemas, investigando y buscando información. “La evaluación en la universidad tendría que ser como en la escuela primaria, con un seguimiento diario”.
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