Hace unos días leía sobre Woody Allen, el director de cine neoyorkino, el que a sus 72 años, más allá de las canas propias del paso del tiempo, se mantiene igual: no sigue modas, mantiene su mismo tono de voz, lleva hasta ahora su mismo peinado, usa los anteojos de siempre, en fin sigue siendo él. Mientras leía el reportaje, gozaba de las respuestas de Woody Allen; en cada una ponían de manifiesto su genialidad, originalidad y su identidad sin fachada. Paralelo a esta lectura, recordaba una conversación, de hace unos días, entre inversionistas y emprendedores. Me puse a pensar sobre los emprendedores, su autonomía, creatividad, presupuestos, fondos semillas, incubadoras, «inversionistas ángeles», resultados bajo plan, rendición de cuentas, mantenerse original…
Cuando niño aprendí -y ahora creo apasionadamente- que la necesidad, las crisis, el hambre, la creencia en nosotros mismos hacen que seamos más creativos. En general los emprendedores estamos «pelados», sin los fondos suficientes que permitan pasar de ideas a negocios rentables. El emprendedor a tiempo que genera una idea debe buscar financiamiento para ejecutarla.
Y bueno, cuando se consigue financiamiento, la pregunta -entre otras mas importantes- que viene a la mente es: ¿la creatividad aumenta o disminuye cuando tengo un buen presupuesto/apoyo aprobado? No hay datos científicos que sustenten una respuesta, lo que si hay es indicios de que a mayores presupuestos recibidos, mayores reglas que seguir y por tanto menor espacio para el ejercicio de la creatividad en el desarrollo del proyecto. Trabajar con presupuestos cortos da más libertad creativa a los emprendedores, y mucha más libertad si los fondos que se arriesgan son propios.
Al «fondear proyectos» generalmente se llegaa un punto en el que quién pone dinero en el emprendimiento no quiere ser solamente un prestamista, quiere tener un espacio para saber a detalle lo que se piensa hacer, opinar, sugerir, modificar tu «businness plan» [upsiblog|ozgrid], decidir, para poner su «toque personal» en el proyecto que está financiando.
Si el proyecto funciona con un presupuesto bajo (relativamente hablando, que sea más caro que el inversionista este en plan de opinador a que tome una situación de riesgo) puedes desarrollarlo sin preocuparte de que pierdes autonomía, pero si se pone en juego una inversión mayor -que no sale de tu bolsillo- prepárate para moverte bajo unas reglas establecidas o incluso a que quedes fuera de juego.
Es posible que los dueños de la plata tengan razón en su actuar, pues su dinero es el que está en riesgo, y no todo emprendedor es lo suficientemente bueno como para confiar ciegamente en su criterio, pero si lo es, lo mejor es tener presente que «no se debe poner bozal cuando el buey trilla».
Los momentos más creativos que he tenido coinciden con lo que dice Woody Allen: «Tengo absoluta libertad, el único culpable si algo me sale mal soy yo, no puedo culpar a nadie, no tengo excusas. Al manejarme con pequeños presupuestos, nadie me está mirando por encima del hombro, ni pregunta cómo va a ser el filme, quién va a estar, aunque tampoco es que me dan una bolsa con plata al salir del banco» Cómo lo envidio 😉
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